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English: La lotería que todos jugamos.
Nos pasamos la vida en la misma rutina viendo salir y ocultarse el sol, viendo las fases de la luna y las estrellas pero no miramos que se nos va la existencia y dejaremos cosas importantes inconclusas, solo quedara el recuerdo de lo bonito que será magnificado por nuestros seres queridos y las aventuras heroicas exageradas por quienes solo fueron testigos referenciales de las historias que han sido editadas millones de veces en cada versión. Cuando nacimos nadie nos preguntó si queríamos tal o cual padre y madre, esa es nuestro primer juego de lotería, el segundo juego es la calidad de la educación, valores y principios que recibimos en casa y que tendrá su máxima expresión en sociedad. La tercera jugada de la lotería es encontrar a nuestra media naranja pero la mayoría somos expertos en fracasar porque no miramos la belleza interior sino las apariencias porque nacimos y crecimos en un mundo vanidoso. Es nuestra fantasía y deseo reprimido quien no puede querernos y no queremos a quien nos ama más que a su vida, por eso la lotería sentimental muchas veces termina en tragedia, otras veces en esclavitud por necesidad y quizás confunde la costumbre con el amor. Si logramos resistir y avanzar victoriosos en la conformación de una familia terminamos con canas verdes y una vejes prematura que pronto nos da señales con achaques de carro viejo, pero ya es demasiado tarde para corregir errores, solo podemos perdonar y pedir perdón, expresarnos con libertad para que no se quede nada pendiente porque comienza la carrera contra el reloj y detrás de nosotros nos respira en el cuello el jinete del carruaje de la muerte que tantas veces hemos derrotado pero ya viejos y cansados tenemos experiencia pero nuestra velocidad mental no se corresponde con la velocidad de nuestro cuerpo como si nuestra alma y espíritu reclamaran otro cuerpo porque ellas son eternas pero nuestra carne y sangre tienen fecha de vencimiento. Llegamos al último juego, unos murieron hace tiempo y todavía deambulan como zombis sin metas, visión y sin corazón, entregados a los afanes de la vida y vanidad. Otros tienen una muerte trágica y no se dieron cuenta hasta que vieron la película de su vida en cuestión de segundos. Muchos mueren por enfermedades curables, hambre, sed o quizás por falta de afecto, otros se pasan la vida persiguiendo a la muerte con sus actitudes y solo unos pocos se mueren de viejos, tan viejos que parecen hermanos de los hijos y a veces se ven mejor que los propios nietos pero como quiera que nos agarre el carruaje de la muerte vamos a pasar por tantas manos inescrupulosas que no tienen respeto por el dolor ajeno, por ejemplo: si morimos en un accidente de tránsito o algo así, entre los rescatistas siempre hay un cleptómano que es el primero en meter mano a ver que nos roba, luego nos llevan al hospital y si vamos moribundos también pasamos por la revisión de algún enfermo de cleptomanía y luego vamos a la morgue donde como DIOS nos trajo al mundo, se dan cuenta que no tenemos nada de valor económico y buscan la manera de sacarle plata a los dolientes del difunto. De la morgue los familiares del difunto van a la mejor funeraria si tienen plata y si no tienen buscan la ayuda de la alcaldía o de algún organismo de servicio social para que les ayuden con los servicios funerarios pero como hay pandemia y por los altos costos, estos funcionarios solo apoyan con un porcentaje del costo del servicio, mientras quienes tienen posibilidades buscan la mejor funeraria, escogen el cofre más caro, hasta la mejor capilla velatoria de la ciudad, en la funeraria a los grupos familiares descritos anteriormente, después de “sacarles un ojo de la cara”, los operadores de la funeraria les preguntan si ya tienen resuelto el servicio de cementerio y como en la mayoría de los casos, nadie está preparado para morir, les recomiendan buscar a fulano o zutano en el cementerio de parte de ellos y los familiares van confiados a las redes de otra gente que viven del dolor ajeno, ellos también cobraran su tajada y un porcentaje para quien les recomendó “el cliente”. Al final nos terminan sepultando en una bóveda fea y mal oliente en un lugar inhóspito sin preguntarnos previamente si estábamos de acuerdo o no, muchas veces nos inhuman en la misma bóveda o a lado de gente que fueron nuestros peores enemigos en vida. Entre el velorio y entierro solo se escuchan habladurías de que si era bueno, que yo lo quería, que nadie lo amaba más que yo mientras otros más atrevidos sacan cuentas y planifican como quedarse con los bienes materiales, la viuda comienza a recibir el cortejo y los piropos subliminales de sus nuevos pretendientes. No pasara una semana para que se quiten el luto, comiencen la rumba, para que la viuda o el viudo comience a recibir visita conyugal de un viejo o nuevo amor, el cadáver todavía no ha sido tocado por los gusanos pero igual comienza la guerra por la herencia y solo falta pasar la prueba del ataque de los profanadores que muchas veces son buscadores de oro, otras veces son brujos que buscan en los restos humanos los ingredientes para sus rituales y otras veces para “tomar prestada” una tapa, un florero o porque el muerto en vida tenia deuda pendiente. Así jugamos todos la lotería en vida, yo he muerto varias veces pero volví tan rápido que no recuerdo bien como es la vaina en el mas allá pero algún día me acuerdo y les escribo para que se preparen y no pasen tanta calamidad porque todo es vanidad. No hay nada más seguro que la muerte, por eso es en vida que tenemos que demostrar cuanto queremos a nuestros seres queridos, estar dispuestos al martirio si fuera necesario por nuestra tierra, nuestra bandera y nuestra gente porque “la sangre pesa más que el agua”. Hasta pronto. Postdata: cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia, solo es un relato en homenaje a nuestros difuntos. Edwin Martínez Espinoza. |
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Source | Own work |
Author | Edwin707 |
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