File talk:Joaquín Eléjar Tóhux.tif

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Nacido en la malagueña calle Refino un 2 de octubre de 1934, la infancia de Joaquín se desarrollo entre diferentes provincias españolas. Su padre, músico militar, los llevó a él y a su madre por ciudades como Madrid, Santander o Salamanca, hasta que a finales de los años 50 regresara a su ciudad natal. En Salamanca inició los estudios de teología que más tarde continuó en Málaga, aunque nunca llegaría a concluirlos. Ya para estas fechas organizaba grupos de jóvenes en parroquias como la de Cristo Rey en Málaga, y en las que dirigía a sus vecinos y amigos en montajes de teatro costumbrista. También organizaba excursiones, acampadas e, incluso, un festival de música: San Rano. Habiendo terminado sus estudios de maestría industrial creo el Colegio Santo Espíritu en un par de casas antiguas de Ciudad Jardín. Fue entonces cuando vio la necesidad de ayudar a los jóvenes que no tenían recursos para viajar fuera de Málaga en busca de estudios universitarios. Junto con sus amigos Ricardo LLull y Tomás Lóring, fundó a principios de los 70 una residencia de estudiantes en el granadino Camino de Ronda. Allí dejó algunos años de su vida y todo su dinero. También tuvo tiempo para estudiar arte dramático y titularse en la especialidad de Declamación en el Conservatorio Superior de Música y Arte Dramático de Málaga. Su calidad humana y cultural le valió la llamada del entonces director, Leo Vilar, para que se encargase de una nueva asignatura: Historia de la indumentaria y de las artes suntuarias. Por sus manos pasaron entonces quienes más tarde serían actores, directores o profesores de la ESAD. Pero este alma inquieta no podía estar mucho tiempo en el mismo lugar y, habiendo perdido el colegio, montó un jardín de infancia que llamó Los pitufos. Durante todo este tiempo, siempre mantuvo grupos de jóvenes a los que reunía para actividades deportivas, culturales o religiosas. En algún que otro aprieto se vio en los momentos más difíciles de la transición. Joaquín Eléjar intentó que todos estos grupos tuvieran un marcado carácter humano y de servicio. Es lo que él llamó estilo, el estilo Maynake. Bajo este nombre se reconocían como miembros sus componentes. Se denominó así a sus grupos de teatro y a una revista que informaba de sus actividades y de los problemas del barrio. En 1981 legalizó el Colectivo Cultural Atlético Recreativo Maynake. En esta asociación centraría todos sus esfuerzos hasta el final de sus días. Llegó a tener cuatro grupos de teatro al mismo tiempo organizados por edades: Chaveas (escolares), Jábega (estudiantes de bachiller), Maynake (universitarios) y Farola (adultos). Los grupos de teatro eran ahora el motivo para que centenares de niños y jóvenes se acercasen entre los años 80 y 90 a "la casa de Joaquín". Allí sentían la necesidad de progresar en sus estudios y se sentían apoyados por sus compañeros y amigos. La participación de Maynake en los Festivales Juveniles de Teatro Clásico de Almagro le supuso a Joaquín Eléjar el reconocimiento de directores de toda España y de los responsables del antiguo Instituto de la Juventud. De aquí proviene la creación, por parte de Joaquín, de la Federación Nacional de Asociaciones de Teatro Vocacional. Bajo estas siglas organizó algunas muestras de teatro aficionado en Madrid, Santander y Málaga. También organizó circuitos de teatro infantil para el Ayuntamiento de Málaga. A principios de los años 90 consiguió un teatro para su asociación. Sería la Sala Maynake en la malagueña calle de Sánchez Albarrán. Este local no aguantaría más que un par de años con programación. Hasta que las deudas volvieron a acabar con la economía de Joaquín, que era quien lo financiaba todo. Pero nunca cejó en su empeño y en 1999 consiguió lo que sería la nueva Sala Maynake en la calle de San Juan Bosco. Este nuevo local, cuyo diseño interior y reformas volvieron a salir de su bolsillo, reunía unas características tan favorables para la realización de actividades culturales que han conseguido mantenerlo activo hasta la actualidad. Hoy es la Sala Joaquín Eléjar. En toda una vida de entrega, Joaquín sufrió la ingratitud de toda tarea altruista. No todos los que disfrutaron con él en un concierto, de una excursión o pudiendo finalizar una carrera universitaria, volvieron a acordarse de él. Pero la creencia firme de que estaba llamado a ayudar a los demás le mantuvo al pie del cañón mientras le duraron las fuerzas. No llegó a disfrutar de su máxima creación, la Sala Maynake, ya que en 2005 cayó enfermo y se fue apagando hasta que falleció el 7 de noviembre de 2009.